lunes, 13 de febrero de 2012

TEOLOGÍA HECHA POR LOS POBRES, HUMILDES Y SENCILLOS


La gente sencilla, sin títulos y teorías sobre la interpretación de la Sagrada Escritura nos evangelizan con su testimonio de vida y con la hermenéutica que ellos mismo hacen de la Biblia. Hace unos meses, Dios me permitió compartir con la comunidad de la parroquia de San Vicente de Paúl en la zona del Caribona - Sur de Bolivar. Esta comunidad, como muchas otras de nuestro país, sufren por las inclemencias del tiempo y por la barbarie de las personas. Es una comunidad donde el acceso no es fácil, su único medio de comunicación es el río, que por cierto, cuando el invierno es infernal, los inunda, o cuando el verano es muy largo, el río se seca y no hay modos de tener acceso fácil a los víveres de primera necesidad.

A partir de una experiencia que realicé con esta comunidad de lectura de la Palabra de Dios, donde les hacía ver la desolación, el miedo y los sufrimientos por los que habían pasado el pueblo de Israel cuando fueron exiliados por el rey Nabuconodosor, y a la vez la compañía de Dios en este camino, ellos comenzaron a relatarme su historia identificándose con el pueblo de Israel.

“Nosotros somos ese pueblo de Israel, pues hace unos años vivimos lo mismo que vivió aquel pueblo, nosotros también hemos tenido reyes como los de Babilonia, han sido los grupos armados ilegales, hemos tenido la experiencia del dolor cuando estos grupos han entrado a nuestro pueblo y nos ha reunido en el parque y frente a nosotros nos han matado a nuestros hijos, a nuestros padres y hermanos, hemos vivido la desolación cuando alguno de esos grupos vinieron y quemaron nuestras casas, hemos vivido el miedo cuando escuchábamos un ruido de una chalupa que se acercaba porque creíamos que venían a quitarnos la vida. Algunos de nosotros fuimos secuestrados por alguno de estos grupos, otros (los que tenían algunos medios) decidieron huir para tratar de salvar la vida en otro lugar, pero los que no teníamos nada, los más pobres, nos tocó quedarnos aquí”.

Yo guardaba silencio y ellos seguían relatando su historia y haciendo teología desde la vida. “Nosotros no teníamos nadie que nos guiara espiritualmente, alguien que nos consolara, pues no había sacerdote en toda la región. Cuando podíamos íbamos a al templo y le pedíamos a Dios que escuchara nuestro clamor y viera nuestro sufrimiento.

Para tratar de salvarnos nos escondimos en una pequeña isla, pero el alimento se nos acabó, solo teníamos sal, pero Dios se acordó de nosotros, él no nos abandonó. El río, que a veces nos inunda, se puso más cristalino que de costumbre, luego vino una gran cantidad de peces de todos los colores y tamaños que alegraron nuestra vida, no solo porque esto era un espectáculo, sino porque era el maná que Dios nos daba”.

Jamás había escuchado una definición tan concreta y tan diciente del Maná y no salió de un experto en biblia, sino de unos campesinos que no tienen teorías para interpretar la biblia, pero si una experiencia de fe.

Hoy solo me queda agradecer a Dios por haberme permitido tener esta experiencia de fe e implorar a cada uno de ustedes que elevemos una oración por esta comunidad, y por muchas más que como esta, viven experiencias similares, para que su fe no se apague y sus plegarias sean escuchadas por el Dios liberador y misericordioso.
P. José Crisanto Alfonso, CM.

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