Muchos cristianos con frecuencia vamos a Misa, pero no
entendemos lo que celebramos, participamos cada domingo de la Eucaristía como
quienes queremos huir de las decepciones de la propia vida, incluso algunos van
obligados por los padres, pero son pocos los que verdaderamente viven una
experiencia de encuentro con el Señor.
Una mirada a la primera carta a los Corintios (11, 17-34)
nos podría ayudar a comprender qué es la Eucaristía. El contexto en el que se
desarrolla este escrito es en medio de una comunidad que celebraba la
Eucaristía en las casas. No sabemos si había uno que presidiera, pero sí que se
trataba de una comida fraterna. En el texto, Pablo nos da a entender que esta
comunidad había perdido el sentido de solidaridad. ¿Qué estaba pasando? El
apóstol explica: “Cuando se reúnen en
asamblea, no es para comer la Cena del Señor, porque cada cual comienza
comiendo su propia cena, y así resulta que, mientras unos pasan hambre, otros
se emborrachan (1Cor 11,20-21).
Para ampliar un poco más el contexto, debemos recordar
que el conflicto principal que se da en esta comunidad es entre “fuertes” y
“débiles”, es decir, entre los sabios que tienen algún poder y los ignorantes o
pobres dominados por las ideologías que aumentaba su complejo de inferioridad.
Así entonces, lo que estaba pasando era que los “fuertes” (ricos), llegaban
primero a la cena; tal vez porque no tenían que trabajar, ellos llevaban lo que
habían preparado en casa, pero no esperaban a los “débiles” (pobres), que llegaban
tarde a causa de las largas jornadas de trabajo, para compartir con ellos. Es
probable que el grupo de los “fuertes” no quisiera comer de lo que preparaban
los “débiles”, pues no era de la misma calidad que lo suyo y pensarían que les
podría caer mal, o simplemente no querían compartir, y por ello comían lo que
ellos mismo habían preparado.
De este modo celebrar la Eucaristía no era comer la Cena
del Señor, pues en lugar de poner en común todo lo que tenía y eliminar todas
las desigualdades sociales, las aprobaban y fortalecían. Esa era la causa para
que Pablo dijera: “Por eso hay entre
ustedes muchos enfermos y débiles, y son bastantes los que mueren por esta
razón” (11, 30). Por ello mismo la orden: “Cuando se reúnan para comer la Cena del Señor, espérense unos a otros” (11,
33).
Celebrar la Eucaristía sin solidaridad y sin fraternidad
es comer la propia condenación (Cf. V. 29), es transformar la Cena del Señor en
una especie de idolatría. La comunidad de los Corintios había perdido el
verdadero sentido de la Eucaristía, permitiendo los privilegios y las discriminaciones.
Nosotros como cristianos católicos ¿cómo estamos celebrando la Cena del Señor?
Si nuestro país se considera católico ¿por qué existen desigualdades sociales?
Si somos la mayoría los que comemos la Cena del Señor ¿Por qué unos enferman y
otros mueren de hambre?
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